Convulsiones en recién nacidos: cuando el cerebro del bebé pide atención
- Dra. Charinna Di Vanna Duran, Neuróloga- Internista.

- 27 nov
- 3 Min. de lectura
Ver que un recién nacido presenta movimientos extraños, sobresaltos repetidos o cambios bruscos en su comportamiento puede generar miedo inmediato. En los primeros días de vida, el cerebro es especialmente delicado y, aunque la mayoría de los episodios no son convulsiones verdaderas, reconocerlos a tiempo puede marcar una gran diferencia para la salud del bebé.

¿Qué son las convulsiones neonatales?
Las convulsiones en recién nacidos son episodios anormales de actividad cerebral que se manifiestan de forma diferente a las convulsiones en niños mayores o adultos en un bebé, una convulsión puede verse como:
Movimientos repetitivos de una parte del cuerpo (brazos, piernas o rostro).
Parpadeo rápido o desviación de los ojos.
Episodios de apnea o pausa respiratoria.
Rigidez o sacudidas localizadas.
Cambios bruscos en el tono muscular o en la expresión facial.
A diferencia de las convulsiones más típicas, en los recién nacidos estos episodios son más sutiles, breves y difíciles de distinguir de reflejos normales, lo que hace esencial la evaluación médica especializada
¿Por qué ocurren?
El cerebro neonatal aún está en pleno desarrollo, por lo que es más vulnerable a lesiones o desequilibrios.
Causas más frecuentes
Hipoxia-isquemia perinatal: falta de oxígeno antes o durante el parto.
Infecciones como meningitis o sepsis.
Alteraciones metabólicas: hipoglucemia, hipocalcemia, hipomagnesemia.
Malformaciones cerebrales congénitas.
Accidente cerebrovascular neonatal.
Errores innatos del metabolismo (más raros, pero importantes de descartar).
¿Por qué el cerebro del recién nacido convulsiona más fácilmente?
Porque sus conexiones neuronales aún están inmaduras en términos simples es un sistema eléctrico en desarrollo, más sensible a cambios mínimos en oxígeno, glucosa o temperatura.
Diagnóstico y tratamiento
El diagnóstico requiere observar muy de cerca al bebé y usar herramientas especializadas.
¿Cómo se diagnostican?
El estudio clave es el electroencefalograma (EEG), idealmente continuo, porque muchas convulsiones en recién nacidos no se ven clínicamente y solo aparecen en el registro cerebral el médico también evaluará:
Exámenes de sangre (glucosa, calcio, magnesio, sodio).
Estudios metabólicos si se sospecha un trastorno específico.
Neuroimagen (ecografía, tomografía o resonancia magnética).
Pruebas para infecciones.
Tratamiento
El objetivo principal es corregir la causa y detener la actividad convulsiva, las intervenciones incluyen:
1. Corrección inmediata de alteraciones metabólicas
Glucosa baja
Calcio o magnesio alterados
Estas causas, una vez corregidas, suelen mejorar rápidamente.
2. Medicamentos anticonvulsivos
La elección depende de la causa, la respuesta clínica y las características del bebé.
El tratamiento se ajusta cuidadosamente porque un cerebro en desarrollo es sensible tanto a las convulsiones como a los medicamentos utilizados.
Vigilancia continua
Los bebés deben ser monitorizados en una unidad especializada, donde se controle su respiración, temperatura, alimentación y actividad cerebral.
Recomendaciones prácticas y señales de alerta para las familias
Aunque el manejo hospitalario es fundamental, la familia también juega un papel importante en la recuperación.
Recomendaciones para padres y cuidadores
Mantener una comunicación abierta con el equipo médico.
Preguntar sobre la causa sospechada y el plan de seguimiento.
Asegurar que el bebé cumpla las citas de control, especialmente con neurología y pediatría.
Observar en casa cualquier signo de alarma.
Señales que requieren consulta urgente
Movimientos repetitivos en forma rítmica.
Episodios en los que el bebé deja de respirar por unos segundos.
Mirada fija o desviación ocular súbita.
Cambios notorios en el color de la piel (pálido o morado).
Somnolencia excesiva o dificultad para despertarlo.
Recordemos que un recién nacido no puede explicar lo que siente: su cuerpo es su forma de comunicarse.
Las convulsiones en un recién nacido pueden generar miedo, pero también nos ofrecen una oportunidad importante: escuchar lo que el cerebro del bebé intenta decirnos.
Con el tratamiento adecuado, acompañamiento cercano y una evaluación completa, muchos recién nacidos se recuperan muy bien.
A ti, mamá o papá, te digo: no estás solo. Tu preocupación es el primer paso para proteger a tu bebé. Permite que el equipo médico te guíe, pregunta, observa y confía en que cada día cuenta en su proceso de crecimiento y fortaleza.
Dra. Charinna Di Vanna
Neuróloga- Internista.




Comentarios