Hemorragia subaracnoidea: cómo reconocer una urgencia cerebral a tiempo
- Dra. Charinna Di Vanna Duran, Neuróloga- Internista.

- 12 nov
- 3 Min. de lectura
No todos los dolores de cabeza son iguales. Algunos aparecen lentamente y se alivian con descanso… pero otros llegan de forma repentina, intensa y diferente a cualquier otro dolor que hayas sentido.
Ese tipo de dolor puede ser señal de una hemorragia subaracnoidea, una urgencia neurológica que requiere atención médica inmediata. Reconocer los síntomas a tiempo puede salvar vidas
¿Qué es una hemorragia subaracnoidea?
La hemorragia subaracnoidea es un tipo de accidente cerebrovascular (ACV) en el que se produce un sangrado alrededor del cerebro, en el espacio que lo separa de las membranas que lo recubren.
Las causas más frecuentes son:
La ruptura de un aneurisma cerebral, una dilatación anormal en una arteria del cerebro que puede romperse de manera súbita.
Un traumatismo craneal, como una caída o golpe fuerte en la cabeza.
Este sangrado provoca irritación e inflamación del cerebro, además de aumentar la presión dentro del cráneo. Es una condición potencialmente mortal, por lo que el diagnóstico y tratamiento rápidos son esenciales.

¿Por qué ocurre y cuáles son sus síntomas?
El aneurisma cerebral puede permanecer silencioso durante años. Sin embargo, cuando se rompe, el sangrado se libera de forma abrupta, desencadenando síntomas dramáticos.
El signo más característico es un dolor de cabeza súbito e insoportable, descrito por los pacientes como “el peor dolor de cabeza de su vida”. Otros síntomas incluyen:
Pérdida del conocimiento.
Náuseas o vómitos.
Cuello rígido o doloroso.
Sensibilidad extrema a la luz.
Convulsiones.
Desorientación o confusión mental.
Si alguien presenta un dolor de cabeza explosivo y repentino, debe acudir a emergencias de inmediato. No es un simple dolor de cabeza.
Diagnóstico y tratamiento

El diagnóstico se confirma mediante estudios de imagen y análisis del líquido que rodea el cerebro.
Pruebas más utilizadas:
Tomografía (CT) de cráneo: muestra el sangrado si ha ocurrido recientemente.
Punción lumbar: si la tomografía es normal pero el médico sospecha sangrado, se analiza el líquido espinal para detectar rastros de sangre.
Angiografía cerebral: permite identificar si existe un aneurisma u otra causa del sangrado.
Tratamiento hospitalario: Las personas con hemorragia subaracnoidea son ingresadas en la unidad de cuidados intensivos (UCI) para observación continua. El tratamiento puede incluir:
Control de la presión arterial y del flujo sanguíneo cerebral.
Suspensión de anticoagulantes o fármacos que aumenten el riesgo de sangrado.
Procedimientos para sellar el aneurisma roto, como:
Embolización con espirales (“coils”) mediante un catéter, para sellar el punto de ruptura.
Cirugía con clip metálico, que bloquea la entrada de sangre al aneurisma.
Medicamentos para prevenir el vasoespasmo cerebral, una complicación que puede provocar nuevos accidentes cerebrovasculares.
La hospitalización puede durar semanas, dependiendo de la gravedad del sangrado y de la respuesta al tratamiento.

Recuperación y cuidados posteriores
Superar una hemorragia subaracnoidea es solo el primer paso. El proceso de recuperación requiere paciencia, rehabilitación y seguimiento médico continuo.
Durante la recuperación:
Evita el esfuerzo físico intenso y controla la presión arterial.
Mantén una hidratación adecuada.
Duerme lo suficiente y evita el estrés.
Asiste a todas las citas de control neurológico.
Participa en terapias de rehabilitación si presentas dificultad para hablar, caminar o concentrarte.
Signos de alarma tras el alta:
Dolor de cabeza que vuelve a ser súbito o intenso.
Pérdida de fuerza o dificultad para hablar.
Visión borrosa o doble.
Náuseas, confusión o somnolencia inusual.
Cualquier cambio de este tipo amerita atención médica inmediata.

La hemorragia subaracnoidea nos enseña que un simple dolor de cabeza puede ser la voz de alarma del cerebro.
No hay que temer, pero sí actuar con rapidez: acudir a emergencias, no esperar a que pase.
Gracias a los avances médicos, muchas personas logran recuperarse plenamente. La clave está en reconocer los síntomas, recibir atención inmediata y acompañar el proceso con calma, seguimiento y esperanza.
Dra. Charinna Di Vanna
Neuróloga- Internista.



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