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Miastenia gravis: cuando los músculos se cansan antes que tú

¿Alguna vez has sentido que tus párpados pesan tanto que cuesta mantenerlos abiertos

O que tus brazos y piernas parecen perder fuerza sin razón?


Detrás de esos síntomas puede estar una enfermedad llamada miastenia gravis, un trastorno neurológico poco frecuente que afecta la comunicación entre los nervios y los músculos.

Aunque suene preocupante, el diagnóstico temprano y el tratamiento adecuado permiten llevar una vida plena y activa.


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 ¿Qué es la miastenia gravis?


La miastenia gravis (MG) es una enfermedad autoinmune que causa debilidad muscular fluctuante en palabras simples, el sistema inmunológico que normalmente nos protege de infecciones comete un error y produce anticuerpos que bloquean la conexión entre los nervios y los músculos esto impide que los músculos reciban correctamente las señales eléctricas necesarias para moverse.


La debilidad puede afectar distintos grupos musculares:


  • Ojos y párpados: provocando visión doble o caída del párpado.

  • Cara y mandíbula: dificultando hablar, masticar o sonreír.

  • Brazos y piernas: causando fatiga o dificultad para levantar objetos.

  • Cuello y respiración: en casos más graves, puede sentirse el cuello “pesado” o dificultad para respirar.


En algunos pacientes, la enfermedad se limita a los ojos (miastenia ocular), mientras que en otros compromete varios músculos del cuerpo.


¿Por qué ocurre la miastenia gravis?


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La causa principal es una respuesta autoinmune anormal el cuerpo crea anticuerpos que atacan los receptores de acetilcolina, una sustancia esencial para la comunicación entre el nervio y el músculo.

Además, en la mayoría de los casos, se observa una alteración en una glándula llamada timo, situada en el pecho, que juega un papel en el desarrollo del sistema inmune algunos pacientes incluso desarrollan tumores benignos del timo (timomas).


Aunque la enfermedad puede presentarse a cualquier edad, es más común en:

  • Mujeres jóvenes (20–40 años).

  • Hombres mayores de 60 años.


No es hereditaria ni contagiosa, pero sí requiere seguimiento médico cuidadoso.


Diagnóstico y tratamiento


El diagnóstico se realiza mediante una combinación de evaluación clínica y pruebas específicas, como:

  • Análisis de sangre, para detectar anticuerpos típicos de la enfermedad.

  • Electromiografía (EMG), que evalúa la comunicación entre nervios y músculos.

  • Tomografía o resonancia (CT/MRI) del tórax, para revisar el timo.


Tratamiento


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Aunque la miastenia gravis no tiene cura definitiva, existen tratamientos muy eficaces para controlar los síntomas y mejorar la fuerza muscular:


  1. Medicamentos que mejoran la comunicación nervio–músculo:

    • Pyridostigmina (Mestinon) ayuda a aumentar la fuerza temporalmente y puede tomarse varias veces al día.


  2. Medicamentos que regulan el sistema inmune:

    • Prednisona o azatioprina reducen la actividad del sistema inmunológico y previenen ataques autoinmunes.


  3. Tratamientos rápidos en crisis severas:

    • Inmunoglobulina intravenosa (IVIG) o plasmaféresis ayudan a eliminar los anticuerpos dañinos de la sangre.

    • Se usan en emergencias o cuando la debilidad afecta la respiración.


  4. Cirugía del timo (timectomía):

    • En muchos casos, retirar la glándula timo mejora los síntomas o incluso induce remisión a largo plazo.


El tratamiento debe individualizarse, con controles regulares para ajustar dosis y prevenir efectos secundarios.


Recomendaciones prácticas y señales de alerta


La miastenia gravis requiere cuidado diario y atención a los pequeños detalles:

  1. Cuida tus horarios y el descanso: el cansancio empeora la debilidad muscular.

  2. Evita el calor extremo, ya que puede intensificar los síntomas.

  3. Consulta antes de tomar cualquier medicamento nuevo, incluso los de venta libre: algunos antibióticos, relajantes o anestésicos pueden empeorar la enfermedad.

  4. Vacúnate contra la gripe y la neumonía: las infecciones respiratorias pueden provocar crisis.

  5. Si hay visión doble, un parche alternado puede aliviar la tensión ocular.


Llama al médico si notas:

  • Debilidad progresiva en brazos o piernas.

  • Dificultad para tragar o respirar.

  • Sensación de cansancio extremo sin causa aparente.


El tratamiento temprano puede evitar una “crisis miasténica, que requiere atención en cuidados intensivos.


La miastenia gravis nos recuerda algo esencial: el cuerpo también se cansa cuando el sistema inmune se confunde.


Con la guía adecuada y un plan de tratamiento personalizado, la mayoría de los pacientes logran recuperar fuerza, autonomía y confianza.


No ignores los signos de fatiga persistente ni la visión doble. Escucha a tu cuerpo y busca orientación médica: cada paso a tiempo marca la diferencia.


Dra. Charinna Di Vanna

Neuróloga- Internista.

 
 
 

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